
“Dos senderos se abrían en el bosque y yo…yo tomé el menos transitado”…
Robert Frost


Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai o Paez
Una ruta tiene dos lados, uno transcurre por fuera y otro sucede por dentro. El externo te lleva por valles, aldeas y senderos que bordean domos afilados como cuchillos, paisajes que dependen de la propia naturaleza, del azar, de nosotros mismos. El interno en cambio, depende de uno mismo, de tu mirada, del modo en que vives un lugar y lo puedes descubrir por su imagen, su olor, su climatología, su vértigo. Tenerife es una isla donde una naturaleza fastuosa aguarda a las afueras y alrededores de unas aldeas y pueblos ajenos a la rotación del minutero, Afur es uno de esos minúsculos pueblos encajonados entre gigantescas murallas naturales que conforman el Parque Rural de Anaga, actual Reserva Mundial de la Biosfera.


Roque Pai o Paez


Afur es una pequeña aldea donde el tiempo está suspendido del transcurrir de los segundos y las horas, un pueblo en el que todos los tiempos están contenidos en él; momentos en los cuales el espíritu finito comprende que está arraigado en el infinito, tiempos suspendidos ante un silencio musical instrumentado en estos profundos valles forjados como el acero, por fuego y agua, valles dominados por los húmedos vientos alisios que rugen y bañan estas tierras de ensueño, vientos que golpean estas viejas murallas que a modo de cuerdas vocales, dan vida al sonido sepulcral de estos roques cuyos nombres te sumergen en un mundo profundamente onírico, Pai, Las Ánimas, Roque Negro, El Fraile, Taborno…
Conforme avanzamos por esas tierras de inmensos roques, el instante se enfrenta a la aceleración de esta vorágine actual, instantes que actúan como bisagras entre este mundo y lo que vendrá, un Afur en permanente instante agazapado entre las bisagras del segundero.

Roque Pai o Paez

Roque Pai o Paez


Nos lanzamos a la búsqueda de una cima extrema, radical y salvaje, una aguja de roca y lava que a modo de faro conforma el ADN de estas tierras del Norte de Tenerife…

Roque Pai o Paez


Roque Pai o Paez




Roque Pai o Paez


Roque Pai o Paez


Roque Pai o Paez

Roque Pai o Paez




La verticalidad del terreno nos obliga a extremar precauciones, nos encordamos e iniciamos la escalada a un roque donde una densa niebla plateada comenzaba a arremolinarse alrededor de su enorme contorno, un contorno degradado y descompuesto donde más que nunca la elección de nuestras presas añadían una tensa incertidumbre a estas paredes inéditas y traicioneras, paredes que al igual que un castillo de arena se deshacían ante la presión de nuestros dedos…

Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez


Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez



Roque Pai – Roque Paez

Una vez en la cima decidimos rapelar por la otra cara, la densa niebla nos iba a acompañar durante los 160 metros de caída vertical antes de hacer suelo y poder escapar por estrechas veredas muchas veces creadas por las innumerables cabras que pastorean en libertad; ante nosotros un muro repleto de endemismos vegetales que hacen de esta pared un verdadero museo y mosaico de supervivencia y quietud. Durante tres largos el vacío te invade de emoción, y una vez más, esa delgada línea entre la vida y la muerte, nos hace sentir más vivos que nunca ante unos abismos de Anaga, impasibles y eternos.

Roque Pai – Roque Paez



Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez

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Roque Pai – Roque Paez

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Roque Pai – Roque Paez

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Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez


Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez

Roque Pai – Roque Paez
“Dentro de veinte años estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre. Escala.»
A Javi, aperturista y descubridor de auténticos imposibles…
Hola he leído tu relato muy lindas palabras, yo subí al monte Páez hace unos cuantos meses atrás y por suerte o por la habilidad de la persona con la que fui encontramos enseguida el sendero hasta el pico y por suerte no tuvimos que hacer ningún agujero en la roca para volver a bajar… Lástima sobre todo por el endémismo de la zona que aunque no soy Canaria me gusta se respete, porqué el mundo y la naturaleza es de todos. Un saludo.
Javi y yo somos unos garantes del cuidado de la naturaleza canaria, Javi (Javier Martín Carvajal) precisamente colabora constantemente con los Cabildos a la hora de censar no solo los endemismos vegetales sino también todo lo relacionado con las aves en peligro de extinción como el guincho, de hecho los anillamientos de las crías en el acantilado de Los Gigantes han sido realizados por Javi. En cuanto a la limpieza de toda la basura que la gente clave en estas paredes somos nosotros quienes la retiramos. La subida al dedo de Paez requiere de escalada si o si y solo utilizamos empotradores mecánicos (friends), el descenso por la cara norte usamos puentes de roca excepto dos pequeños parabolts cuya repercusión es nula. La isla estaría inmaculada si todos tuviesen el respeto y el amor que nosotros tenemos por una isla que cada año demacran más y más con colillas, basura de todo tipo, grafitis, pisando endemismos, esparciendo plantas invasoras como el rabo de gato, la zarza, etcétera. Saludos desde Barcelona. Me alegra tu preocupación hacia un medio ambiente constantemente agredido y menospreciado por una inmensa mayoría.