Ifonche
Y Dios empequeñeció, se había encogido tanto que ya no se le encontraba ni en las iglesias ni en los cielos, empezando a extenderse la idea de que todo aquello, el binomio inseparable Dios y Demonio, fue una invención por parte de los mensajeros de las principales religiones. Lejos de todo, ajeno al jaleo desencadenado en la Tierra, Dios seguía jugando con el Demonio evitando así el aburrimiento de la inacabable eternidad; y fue en uno de aquellos juegos cuando decidieron jugar al escondite alrededor del Cosmos; fue en ese preciso instante, cuando para esconderse de su eterno enemigo y compañero, Dios se empequeñeció en exceso, hasta prácticamente desaparecer, dejando la Tierra olvidada en el mayor de los desamparos.
Pasaron años hasta que decidió regresar de nuevo por la Tierra huyendo de un Demonio que no cesaba en su búsqueda, y al ver que la evolución de su obra estaba prácticamente estancada y abocada a crudas y sangrientas guerras en su sagrado nombre, al verse como un desdibujado Dios bajo el cual, los hombres, se justificaban en su nombre para cualquier acto sin remordimiento alguno, en donde toda explicación ante lo inexplicable versaba alrededor de Él, sin más preocupación que matar sádicamente todo aquello difícil de argumentar; aburrido tras su juego y de que su contrincante no estaba a la altura de apresarlo, decidió parar de jugar y dar una lección a los humanos enviando a sus ángeles cuánticos a revolucionar las universidades y los laboratorios científicos, dando al hombre la oportunidad de evolucionar y averiguar sobre su infinita obra.
Ordenó a sus ángeles: Id y penetrad en las universidades, sembrad el desconcierto, dad las claves para que dejen de propagar la idea de que soy un simple mago de tres al cuarto y de que mi creación es simplemente una máquina de rayos, maremotos, terremotos, eclipses y otros fenómenos, ante los cuales la única explicación es: «Dios!»; castigad a los ortodoxos que imperan ante la ignorancia de mi tan sutil y compleja creación, quitarles el poder a los que no quieren entender que soy mucho más que un simple mago de ruidos, luces y sombras. Ir allí mis ángeles y hacerles ver que mi obra es la más inteligente, precisa, y sinuosa, la más orgánica y artística que nunca nadie más supo crear.
Los ángeles Azrael, Belial, Ariel, Lucifer y Antares volaron en forma de ondas electromagnéticas reducidos a la más mínima expresión con la misión de interactuar con los aparatos científicos de las universidades y sus laboratorios, una misión de mistificación científica; y fue en el continuo espacio tiempo que escogieron el lugar y la fecha precisa: Zúrich, 1905.
Einstein tuvo aquella noche un sueño consciente, donde el tiempo no se movía, simplemente se alargaba en una única dirección, y siguiendo esa dirección, su cuerpo se estiraba hasta hacerse presente en todos lados; metamorfoseado en una onda de luz alrededor de los 300.000 km por segundo, Einstein contempló el Universo en una perspectiva que nunca un hombre antes conoció. Azrael que conocía a la perfección el cuerpo humano penetro aquel día en ese funcionario científico llamado Einstein y le mostró lo que era el tiempo; años después ocuparía los encabezados de los periódicos al afirmar que “Dios no juega a los dados con el universo”, forma extravagante de decir que existen sistemas que rigen el mundo material, pero que hay que descubrirlos. Obsesionado por las ideas que los alados mensajeros le transmitían, comenzó a escribir contra el actual pensamiento arcaico y contra la anticuada mecánica clásica de los Newton, Galileo y Descartes.
Viajando en su adormilamiento angélico a la velocidad de la luz, Einstein descubrió prodigiosas transformaciones cósmicas: su figura se acortaba en la dirección del movimiento, su masa se hacia infinita y el tiempo se paraba. El tiempo se volvía una dimensión más del espacio, provocando un terremoto al paradigma mecanicista que tanto molestó al creador, considerado hasta ahora por el hombre como un simple mecánico de artilugios mágicos.
Cumplida la misión, Azrael escapó del interior de Einstein, pero antes quiso premiar a quien fue un mero instrumento para Dios, Azrael se transformó en un fotón de luz precipitándose sobre una placa fotosensible transformando la energía lumínica en una forma de energía cuántica capaz de arrancar los electrones de los átomos de la placa y producir una corriente eléctrica en un proceso invisible a los ojos humanos, solo medible por un voltímetro; el Nobel fue el premio que Azrael decidió dar a un hombre tocado por los ángeles de Dios.
El resto de ángeles continuaron al igual que hizo Azrael. El ángel Belial dio luz a las partículas atómicas, Lucifer al Principio de la Dualidad, Ariel dio a comprender al electrón y a Antares no se le ocurrió otra cosa que meterse dentro de un núcleo para que un humano, al igual que Einstein, experimentara con neutrones hasta hacerlo estallar, provocando una cantidad de calor y energía que resultó alarmante. El inconsciente de Antares fue el precursor de la bomba atómica, que cuando estalló en Hiroshima, cegó hasta al mismo Dios de nuevo distraído en sus juegos con el Demonio por el Cosmos. Ante tal barbarie fueron citados de nuevo con urgencia, los ángeles cuánticos dieron parte a su Jefe, de que ahora los humanos ya habían descubierto infinidad de partículas y principios, mediante los cuales la materia estaba desmaterializada, y ya si, la realidad era un sueño ondulante y sin posibilidad de medición, dando a entender la infinita sutileza e inmensidad de Dios.
Despistado con sus ángeles mensajeros, contento, aunque contrariado por esa bomba de destrucción masiva, un juguete de demasiada responsabilidad para unos simios que no hace ni 4 millones de años que se medio humanizaron, se dijo: «No se como se saldrán de esta», y en ese preciso instante el Demonio, aprovechando que se encontraba divagando en tales tonterías, lo apresó!. En ese preciso momento se cambiaron las tornas pasando a ser Dios el perseguidor y el Demonio el perseguido…
Y es las cimas de las montañas más altas donde yo siempre puedo verme con el Demonio, hablar con Él, y ver desde las alturas esa cierta sensación de falsa paz.
“Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible.”
Mateo 19:26

Roque del Conde
Partimos desde la localidad de Ifonche por el Camino del Topo; dos caminos nacen desde Ifonche rodeando el Roque Imoque y la Montaña de Suarez por diferentes vertientes, estos dos caminos se encuentra separados por el inmenso corte del barranco del Rey, los caminos del Topo y el de Suarez se unen de nuevo unos kilómetros más abajo, justo en las laderas del Roque del Conde, a través de un paso estrecho que cruza el barranco del Rey.
Dejando a nuestras espaldas los roques de Imoque y Brezos nos dirigimos en constante bajada hacia Arona, bordeando en altura el profundo barranco del Rey, buscando un único paso que nos permita cruzar el barranco para conectar con el camino de Suarez – tramo que pertenece al GR131 -, camino que nos llevará hasta la base del gigantesco Roque del Conde. Será por su cara Norte por donde ascenderemos hasta sus 1.001 metros de altitud. Desde su enorme altiplano la vista se pierde en los cuatro puntos cardinales, ofreciendo unas panorámicas espectaculares allí hasta donde la vista alcanza, un infinito horizonte marcado por inmensas montañas, barrancos, Océano y la vecina Gomera flotando eterna entre estos únicos colores blancos y azules canarios.
Camino del Topo – Ifonche





Rey Superior

Roque del Conde

Montaña de Guaza








Barranco del Rey
Camino de Suarez



Degollada de Los Frailitos – Cara Norte del Roque del Conde

Camino de Suarez – Tenerife



Comenzamos el ascenso por la cara Norte del Conde hasta alcanzar sus 1.001 metros de altitud, las nubes serán protagonistas en la jornada de hoy, jugando a su antojo con las cumbres, esperemos tener durante unos minutos una ventana desde la cima para poder admirar con claridad todo el horizonte.










Las Américas y Los Cristianos – Costa Adeje



Roque del Conde


Torviscas – Costa Adeje

Roque del Conde (1.001 metros de altitud)







Toca desandar lo ascendido y recuperar el Camino de Suarez (GR131), camino que nos ascenderá hasta alcanzar nuevamente la localidad de Ifonche, y si el tiempo lo permite, ascender una segunda cumbre, el afilado Roque de Imoque.




Montaña de Suarez – GR131




Camino de Suarez
Dejando atrás el Conde por el GR131 – Camino de Suarez – nos encaminamos en constante subida hasta alcanzar nuevamente la localidad de Ifonche.


Degollada de Los Frailitos

Roque del Conde

Roques de Imoque y Brezos

Degollada de Los Frailitos

Roque Imoque

Roque del Conde

Roque del Conde



Roque del Conde


Nuevamente en Ifonche el tiempo se presenta complicado, un fuerte viento arrastra jirones de nubes que se enredan en la parte más alta del Roque de Imoque; tras observar durante un rato observamos que en algunos momentos las nubes dan cierta tregua, cruzamos los dedos y decidimos ascender hasta su afilada y fría cima.
Roque Imoque (1.107 metros de altitud) – Ifonche


Cima del Roque Imoque (1.107 metros de altitud)

Sin poder haber visto mucho paisaje desde la cima del Imoque a causa de las nubes lo destrepamos por el mismo camino, y ya si, ponemos punto final a esta preciosa jornada alrededor de estas grandes moles de roca sureñas. Una vez en el coche nos dirigimos a la localidad de Arona donde comer algo, para seguidamente, irnos a Las Américas y Los Cristianos a disfrutar de su perenne verano y de sus grandes playas, tiendas y paseos.



¿Qué dios loco y cruel le daría ojos a un hombre y luego le diría que los tuviera siempre cerrados, que no contemplara nunca toda la belleza que hay en el mundo? Solo un dios monstruoso, un demonio de la oscuridad…
Tenerife 2018
Hola
Soy johana de Chile, me gusto mucho el documental, la experiencia de sentir las montañas y el mar al mismo tiempo, me gusto mucho los paisajes y la naturaleza.
Felicidades.
Muchísimas gracias por escribir en mi blog, un beso desde Barcelona (España). Carlos.