Del latín gravĭtas, la gravedad es una fuerza física que la Tierra ejerce sobre todos los cuerpos hacia su centro. También se trata de la fuerza de atracción de los cuerpos en razón de su masa…
Isaac Newton

Parque Natural de Tamadaba

El campo de gravedad de Guayedra rompió con las reglas del juego, la constante gravitatoria existente en estas agujas de roca pareció incrementar los pesos, viéndonos arrastrados ante un vacío donde una atmósfera opresiva, fría y agresiva tensaba las cuerdas hasta límites insospechados, la única ley era la impuesta por un temor constante ante una fuerza invisible que nos dominaba desde sus entrañas rocosas, arrastrándonos hacia un lejano océano cuyo continuo y violento movimiento de mareas nos estiraba y deformaba, el freno ante el peso que la gravedad de Guayedra ejercía, ennegrecía unas cuerdas ante unos incandescentes metales que nos aferraban a la vida.

Carretera GC200 – Agaete
Tras un buen desayuno en Agaete nos dirijimos en dirección sur hacía Anden Verde para dejar uno de los coches justo a la salida y final del barranco de Guayedra; tras una noche de tormentas y lluvias la carretera se vio invadida por un gran número de piedras desprendidas desde estos inmensos acantilados, por suerte para nosotros pudimos alcanzar nuestro destino y llegar hasta la curva donde aparcar nuestro primer vehículo; tras traspasar todos los equipos al otro coche y asegurarnos de que todo estaba en orden, ya en el segundo vehículo, y con la llave del primero a buen resguardo, regresamos de nuevo en dirección a Agaete para dirigirnos hasta el Área Recreativa de El Reventón, una hora larga de coche por la GC220 en dirección a El Hornillo hasta alcanzar las altas cumbres del Parque Natural de Tamadaba, origen de esta aventura y ruta vertiginosa de hoy, a través de la grieta del barranco de Guayedra.

Carretera GC200


Desde la carretera observamos el corte por el cual vamos a descender, la magnitud del reto impresiona, pero será desde su interior donde toda la grandeza e inmensidad de Guayedra se hará palpable y real, dejando muy cortas las expectativas de todo lo anteriormente imaginado. Guayedra nos sorprendió, nos superó, nos llevó al límite ante una ruta realmente dura, peligrosa y muy técnica.
Área Recreativa del Reventón – Parque Natural de Tamadaba (1.210 metros de altitud)


La puerta de entrada a Guayedra es un encajado pasadizo que en primera instancia nos priva de las panorámicas que en breve se abrirán, mostrándonos más tarde unas panorámicas espectaculares de gran parte de la costa noroeste de Gran Canaria, este inmenso mirador desde las cumbres más altas de los riscos de Tamadaba es una de las visiones más impresionantes de toda la isla, aunque no la única, Gran Canaria posee decenas de miradores y decenas de contrastes tan variados y diferentes que es muy difícil decidirse por cual es la atalaya más bella: El Viso, Altavista, El Aserrador, Pico de Las Nieves, El Nublo, Faneque, Fataga y un larguísimo etcétera.
Antes de llegar a las primeras verticales que ya si nos obligaran a equiparnos, tenemos una aproximación de las más complejas y expuestas que he realizado, el fortísimo desnivel ante un terreno resbaladizo e inestable, donde toneladas de pinocha se asemejan a un corredor de hielo de alta montaña, hacen de la aproximación un «camino» muy peligroso, son los innumerables pinos que habitan en estos bosques quienes nos dan los agarres necesarios para ir descendiendo con cierta seguridad a través del encañonado barranco de Guayedra.










El «sendero» expuesto que bordea la parte superior de Guayedra nos obliga a destrepar ante un terreno escarpado y extremadamente expuesto a grandes caídas, las panorámicas desde los mas de 1.000 metros de altitud son vertiginosos.

Tras sortear una especie de ferrata toca equiparse, acabamos de alcanzar el primer rapel del barranco de Guayedra.





Guayedra incluso después de grandes periodos de lluvias arrastra un caudal pobre en agua, lo que nos permite afrontarlo sin neopreno, eso si, el constante riachuelo que arrastra el barranco convierte estas paredes en auténticas rampas de lo más traicioneras, es como pisar hielo, la adherencia es malísima incluso llevando uno de los mejores calzados y suelas diseñadas en exclusivo para estos complejos terrenos.








La primera parte de Guayedra es encajada y de saltos no muy verticales aunque si muy prolongados, a causa de lo extremadamente resbaladizo del terreno apuramos al máximo la longitud de la cuerda para minimizar el alto riesgo a caída, rapelando incluso en ángulos que en otras circunstancias podríamos caminar y destrepar.


De repente el «camino» desaparece y la tierra se hunde, aire y vacío ante nosotros, acabamos de alcanzar las grandes verticales de Guayedra, cientos de metros en la verticalidad más absoluta ante nuestros pies, la sensación agorofóbica se materializa en un temor inevitable ante la gravedad silenciosa de Guayedra.











Sin lugar a duda Guayedra es el barranco rey de la isla de Gran Canaria, un barranco a la altura de la Eco y La Monja en la isla de Tenerife. Acabamos de alcanzar las grandes verticales de Guayedra, saltos que nos obligan a fraccionar ante los centenares de metros que se precipitan en vertical.









El fuerte viento racheado empujaba hacia nosotros la cascada que nos acompañaba siempre en paralelo, duchándonos una y otra vez, el frío se intensificaba a causa de un índice de humedad que rozaba el 100%, y conforme pasaban las horas, la llovizna se fortalecía, humedeciendo aun más nuestras ropas y equipo, una más cercana aunque aun lejana GC200 nos animaba a continuar sin anestesiar el paso; el coche, aunque ya habíamos vencido centenares de metros, todavía era un micro punto ante nuestra concentrada mirada.









Hemos vencido a Guayedra, un borroso y desdibujado sendero se abre a nuestra derecha en dirección al mar, en una hora escasa de todavía duro descenso alcanzaremos el asfalto y carretera, Guayedra será entonces ese recuerdo que una vez madurado y asimilado te hará sentir un temor que ya por siempre recorrerá nuestra consciencia.
















Tras 6 horas …

La montaña es mi poesía…

Babo Quintana – Carlos Antolin
A Babo, sin él, esta publicación no existiría…