El Decreto 309/1999, de 19 de noviembre, por el que se aprueba el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Rural de Teno (PRUG) se articula en 8 títulos, dentro del título 4, referente a la zonificación, el Decreto divide el Parque Rural de Teno en tres zonas: zonas de uso restringidas, zonas de uso moderadas, zonas de uso tradicionales y zonas de uso generales. Los acantilados occidentales, que incluyen los acantilados marinos, playas y desembocadura de barrancos localizados entre la Punta del Diente del Ajo y la Playa de Masca, lugar donde nidifican un número importante de aves marinas y rapaces, algunas de ellas catalogadas en peligro de extinción, y donde vive una parte importante de la población del lagarto gigante, se restringe su uso y disfrute durante todo el año por motivos de conservación, por lo cual queda prohibido el descenso de barrancos, dicha zona afecta a los siguientes barrancos: Los Poleos, Roque Largo, La Calabacera y Los Garañones.
Enlace al Decreto 309/1999, de 19 de Noviembre (PRUG): click

La aproximación hasta la cabecera de La Calabacera y su primer gran salto transcurre por la meseta de Los Gigantes a una altitud que roza los 800 metros de altura; la cabecera y primer salto nos sumergirá en las entrañas de Los Gigantes. Las tierras altas de Teno Alto se agrietan en extremas verticales, el barranco de La Calabacera es un gigantesco tobogán que tiene su inicio a unos 650 metros de altitud, el descenso hasta llegar a su playa es vertiginoso, los paisajes y las panorámicas conforman un entorno que nos transporta a un viejo mundo ya olvidado…


Pasamos el corte y barranco de Roque Largo para dirigirnos justo al siguiente barranco, el barranco de La Calabacera.


La Calabacera

La Calabacera

Cabecera del barranco de La Calabacera.


Las vistas son agorofóbicas, la inmensidad y el vacío que se abre ante la vista corta la respiración…


La Calabacera es uno de los barrancos más impresionantes y bellos de los numerosos que se abren a lo largo de todo el acantilado de Los Gigantes.







Tenerife


Tenerife























isla de La Gomera












Punta Teno – Faro de Teno




Punta de Teno – isla de La Palma

isla de La Gomera
Tras el último rápel nos encontramos con un océano mucho más agitado de lo previsto, el ruido del oleaje es ensordecedor, tras el último volado de 55 metros hasta la mismísima playa de callaos donde muere el barranco de La Calabacera nos encontramos con una playa prácticamente anegada por la alta marea y el fuerte oleaje, nos preparamos para adentrarnos en un mar violento y peligroso esperando una serie de olas más tranquilas para adentrarnos y alcanzar la barca que nos llevará hasta la Punta de Teno.




Punta de Teno





Faro de Teno



Águila Pescadora (Pandion haliaetus)
A pesar de la nefasta influencia del hombre, las Islas Canarias guardan todavía tesoros naturales que las hacen únicas. Un pequeño territorio atlántico, a no demasiada distancia de África, en el que habitan más de 13.000 especies de animales y plantas terrestres, muchas de ellas endémicas. Quedan rincones en este Archipiélago donde la vida sigue ajena al paso del tiempo, y a salvo de los humanos. Son verdaderos reductos de biodiversidad. Uno de ellos es, sin duda, el Parque Rural de Teno, en el Noroeste de la isla de Tenerife, un espacio casi salvaje cuya rica avifauna hizo que fuese declarado Zona de Especial Protección para las Aves, por parte de la Unión Europea.
En este macizo de unas 8.000 hectáreas de superficie, de profundos barrancos, con altos roques, bosques de laurisilva y abruptos acantilados, sobreviven aislados y olvidados animales amenazados por ese desarrollo urbano que ya ha devorado la mayor parte del territorio insular. Por ejemplo, aquí habita el lagarto canario moteado, un reptil singular que había pasado inadvertido hasta 1996. Sobreviven, precisamente, gracias a su aislamiento, a su adaptación a zonas agrestes que los hacen casi invisibles para la inmensa mayoría de los seres humanos. Decimos para la inmensa mayoría porque, por suerte, quedan algunos locos seducidos por la Naturaleza que dedican gran parte de su vida a estudiarla y cuidarla con pasión y en silencio, personas verdaderamente enamoradas de las aves rapaces isleñas, en particular de los guinchos, que es cómo se conocen a las águilas pescadoras en Canarias.

La situación actual en el Archipiélago es alarmante, debido principalmente al alto deterioro que presenta la costa. La más que creciente industria turística canaria ha centrado sus áreas de actividades a lo largo y ancho de la franja costera de las Islas, desarrollando actividades desacordes con la conservación de los recursos naturales, originando la desaparición y extinción de algunas especies. Así, el tráfico de embarcaciones en áreas de cría; la práctica de deportes al aire libre en lugares sensibles y en fechas inadecuadas (de enero a julio); la acampada incontrolada en zonas costeras; la introducción y posterior proliferación de depredadores (gatos y ratas); el alarmante crecimiento de la población de gaviotas, que compiten con el guincho por el alimento y las zonas de cría; el continuo tránsito de motos acuáticas en las proximidades de los nidos; y otras tantas acciones irrespetuosas han ido diezmando la sensible población de guinchos de Canarias.

Persigo la felicidad. Y la montaña responde a mi búsqueda.