Kilimanjaro en masai significa “la Casa de Dios”…


Uhuru Peak – 5.895 metros de altitud
Siguiendo los pasos de Hans Meyer en el año 1889, primer conquistador del techo del Continente Africano, me enfrento a día de hoy, Viernes 10 de Febrero del año 2017, al reto africano, alcanzando la cota más alta de este inmenso continente, Uhuru Peak (5.895 metros de altitud). El Monte Kilimanjaro se compone de tres volcanes, el Shira, el Mawenzi y el Kibo, siendo este último, el techo de Africa, Uhuru Peak es el punto más elevado del volcán Kibo alcanzando los 5.895 metros de altitud. A través de la vía Rongai, única ruta que se eleva por la vertiente Norte del Monte Kilimanjaro inicio la conquista, ante mi, 5 días de expedición antes de abordar en la madrugada del sexto día el ataque definitivo a cumbre, reto cuya dureza se ve reflejado en los escasos y anónimos rostros de otros alpinistas que al igual que yo compiten más bien contra uno mismo que contra la montaña, a partir de Kibo Hut (último campamento base a 4.700 metros de altitud, a pie de las verticales faldas del Kibo) y ya aclimatados jornadas atrás en los alrededores del volcán Mawenzi en la frontera de los 5.000 metros, la cruda realidad de la alta montaña impone su ley, escasez de oxígeno y mal de altura, gente que no puede por encima de estas peligrosas cotas, gente anónima que recula y desciende rápidamente desolados y derrotados ante el reto Africano. La ley del Kilimanjaro impone toda su crudeza asfixiando sueños, asfixiando pulmones, enfriando extremidades bajo unas temperaturas gélidas que rondan los 20 grados bajo cero, sensaciones térmicas que bajo las sombras heladas del Kibo el cuerpo entumece y comienza a perecer.
De Kibo Hut, último campamento previo a Uhuru Peak, a 4.700 metros de altitud, iniciamos de madrugada en el sexto día de expedición el ataque final al techo del continente Africano, tras días de aproximación y aclimatización por el Monte Kilimanjaro, a las 00:00 horas bajo un cielo pintado por millones de estrellas y un silencio abrumador, enfilamos las verticales coladas de ceniza del volcán Kibo, llegó el momento anhelado, 1.200 metros aún ante nosotros en un infinito zig zag por un terreno donde cada paso es una agonía de desniveles brutales y una carencia de oxigeno que nos lleva al límite de lo fisiológico; un viento gélido peina los muros de un volcán impasible arrastrándote hacia unas laderas en extremo verticales y amenazantes. Tras 3 horas de infinito zig zag donde cada recodo del desdibujado sendero te lleva al límite de lo físico y mental, ante la propia mirada ansiosa y temerosa que no alcanza a ver el final de tan arduo camino, solo mi altímetro me anima a no ceder, números que van escalando y acercándose a esa meta soñada de los 5.895 metros. Tras 3 horas de un sinfín de pasos bajo una respiración pesada y escasa, reaparecen las primeras rocas entre las frías coladas y cenizas del Kibo, endureciendo esfuerzos al obligarte a trepar rompiendo un paso uniforme y constante, rocas que por otro lado atrapan pasos más firmes, rocas que evidencian que el muro de escoria se aproxima a su fin, la puerta de entrada al estratovolcán Kibo está próximo, Gilman’s Point está al caer. Kibo es un titan que te lleva al extremo, el mundo, tu vida, se reduce a dos cosas, sufrir y avanzar, avanzar en simbiosis con una naturaleza radical, una naturaleza extrema y de opuestos radicales ante la cual estamos intrínsicamente unidos; sin naturaleza, sin reto, sin sufrimiento, la vida me carece de sentido y emoción.

En la puerta de Gilman’s Point el terreno se estabiliza, estamos en el filo de uno de los cráteres más grandes del mundo, un cráter que da cobijo a unos glaciares que rompen cualquier regla de incompatibilidad de coexistencia entre tierras de fuego y hielo; lava, ceniza y glaciar unidos en un cuadro paisajístico surreal, caras demacradas cobijando ojos de asombro, ojos que destilan ilusión venciendo cualquier signo de cansancio o desánimo ante una meta próxima, estamos en la puerta y antesala más alejada a Uhuru Peak, calculamos una hora y media más cresteando por el filo del Kibo bajo extensos mantos de nieve perpetuas antes de alcanzar el fin, a nuestras espaldas el sol comienza a iluminar toneladas de cúmulos de nubes transformándolas en amarillos y naranjas que arden bajo nuestros pies, la proyección del Kibo comienza su avance, sombras y luces que triangulan y bañan el Monte Maru iluminando Tanzania bajo un gélido sol que no puede de inicio dar calidez a unas tierras heladas, estamos ante las Nieves del Kilimanjaro.

Monte Kilimanjaro – Tanzania – Africa
Lágrimas de emoción ante los pies del Uhuru Peak, brazos en alto ante un paisaje que te derrite el alma, una belleza imposible difuminada por la humedad de unos ojos que ante la magnitud del Kibo derraman emoción, una naturaleza cuya belleza desborda cualquier expectativa antes imaginada.

Proyección del Kibo – Monte Meru en el horizonte

Monte Meru en el horizonte

Volcán Kibo

Volcán Kibo

Queda descender, nuestra vía de escape será la vía Marangu, una ruta que nos implicará 2 jornadas más a lo largo de 35 kilómetros de continuo descenso hasta alcanzar la puerta de salida del Parque Nacional del Kilimanjaro por Marangu Gate.

«El esfuerzo es solo esfuerzo cuando comienza a doler»…
A mi amigo y compañero Albert que demostró ser un verdadero titán y luchador ante unas circunstancias que lo llevaron al límite.
Volcán Mawenzi

Campo base de aclimatización a 4.330 metros de altitud.