Día 3, cumbre y techo de Fogo: Pico de Fogo (2.840 metros de altitud)


Con las primeras luces de un nuevo despertar afronto la culminación y objetivo principal de esta aventura por las abruptas tierras de la isla de Fogo: hacer cima en el cráter del estratovolcán Pico de Fogo (2.840 metros de altitud).
En estas altas tierras de fuego, una altísima cumbre se recorta en una espesa atmósfera enturbiada por la calima, sombras y cenizas conforman un cuadro surreal ante unos paisajes que literalmente estremecen; a la calima se une un agresivo viento racheado que durante gran parte del trayecto nos zarandeará violentamente, gélidas ventiscas que extreman aún más, un «camino» ya de por sí, expuesto y complicado.

Salimos de Casa Lavra – 1.700 metros de altitud – en busca del único camino viable para ascender al gigantesco estratovolcán de Fogo, cono volcánico cuyo punto álgido se haya a 2.840 metros de altitud, un techo que nos llevará a escalar esos 1.140 metros que nos separan desde donde nos encontramos ahora, los pueblos de Bangaeira y Portela (Casa Lavra). Una columna vertebral pétrea recorre la cara Norte del Pico de Fogo, único camino firme ante el cual no hundirse literalmente, un camino de roca vertebrado que da consistencia a unas laderas donde solo cenizas y escorias coexisten, paredes que se precipitan ante un inmenso vacío, donde, desniveles superiores al 80 %, imposibilitan cualquier otra vía de ascenso. La compañía de mi experimentado guía Cecilio hace que solo tenga que preocuparme en avanzar, la inquietud constante de las dos jornadas anteriores ya es historia, tranquilidad y certidumbre son los sustantivos que definen las dos futuras jornadas que estan por venir, los firmes y bien dirigidos pasos de mi guía Cecilio dan paso a una serenidad, ante la cual, solo tengo que preocuparme en ascender y captar, cámaras en mano, toda la belleza de esta majestuosa naturaleza apocalíptica que me rodea, panorámicas cuyos ángulos – a la par que vamos ganando altura – se van abriendo de par en par, culminado en esos 2.840 metros de altura que marcan el techo de la isla de Fogo, cúspide desde donde admirar, toda la inmensidad de la majestuosa caldera que lleva por nombre: Chã das Caldeiras.

Bangaeira y Portela











Pico de Fogo














Conforme ganamos altura y nos acercamos a cima, el frío se intensifica, obligándonos a sacar la ropa de abrigo, el viento unido a la altitud cada vez más elevada desploman las temperaturas a niveles muy cercanos a los cero grados.





Cráter y Pico de Fogo (2.840 metros de altitud)


Pico de Fogo
Los cíclopes son gigantes de un solo ojo, muy fuertes, tercos y de emotividad abrupta. Su único ojo es de gran tamaño y está situado en el centro de la frente. A este ojo se le atribuyen poderes especiales, ya que es capaz de desintegrar casi cualquier cosa con una mirada…
Los volcanes de Fogo a modo de cíclopes se convirtieron en los herreros forjadores de este «Olimpo» africano, una metáfora de estos paisajes de fuego.




Tras bordear gran parte del cráter alcanzamos el «camino» que nos regresará a Bangaeira y Portela, el descenso lo realizamos por la cara sur del Pico de Fogo, vertiente donde solo estos dos componentes, cenizas y finas escorias, tapizan estas inmensas laderas, desniveles en los cuales una vez te lanzas a ellos, ya no te permiten parar, trepidante descenso que nos conduce directamente al borde de un nuevo crater y volcán de nombre Pico Pequeno, volcán que nació y erupcionó violentamente entre los años 2014 y 2015, un Pico Pequeno que arrasó gran parte de las poblaciones de Bangaeira y Portela, sepultándolas en toneladas de magma.

Bangaeira y Portela a vista de pájaro desde los 2.840 metros de altitud:




















Pico Pequeno (erupción de los años 2014 – 2015)

Pico Pequeno

Pico Pequeno





















Bangaeira y Portela






Casa Lavra (casa de Cecilio y Helena Montrond)

Casa Lavra

De nuevo en Casa Lavra tras haber coronado los dos picos más emblemáticos de la Caldera Chã das Caldeiras: Pico de Fogo y Pico Pequeno – ruta circular que nos llevó un tiempo de 4 horas -, decido visitar las sepultadas poblaciones de Bangaeira y Portela y agotar la pista de tierra en dirección Norte, impresionante ver gran parte de las casas literalmente sepultadas por ríos de lava ya petrificada, lavas que vomitó durante largos días un Pico Pequeno que sigue en la actualidad rezumando gases por sus incontables grietas aun en carne viva.
Tres son los tipos de materiales que manan de un volcán:
Gaseosos:
Vapor de agua, dióxido de carbono, nitrógeno, hidrógeno, ácido clorhídrico y cloruros volátiles, gases sulfurosos y sulfhídrico, metano y otros hidrocarburos. Además de por el cráter, los gases se desprenden también de las lavas fundidas y a través de las grietas.
Líquidos:
Magmas que salen por el cráter y se deslizan por la superficie circundante.
Sólidos:
También llamados piroclastos (piros: fuego; clastos: fragmentos), que son de proyección. Atendiendo a su tamaño se dividen en: a) bloques y bombas, de tamaño comprendido entre varios centímetros a varios metros. Si las lavas son muy viscosas, al producirse la explosión, son lanzadas al aire, y su parte externa cristaliza rápidamente permaneciendo su interior fluido, por lo que al caer al suelo se agrietan como corteza de pan, llamándose panes volcánicos.

República de Cabo Verde

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Tras horas de camino en este tercer día de estancia en la isla de Fogo, y ya con la tranquilidad de haber culminado mi objetivo principal, conquistar la cima de Fogo, ponemos punto final en el único bar y mini market de los pueblos de Bangaeira y Portela – Casa Ramiro -, haciendo tiempo con un refresco hasta la hora de la cena que me espera en Casa Lavra de la mano de la mujer de Cicilio, Helena Montrond. El último y cuarto día se presenta apasionante ante la salida extrema que llevaré a cabo por los muros verticales de la caldera, un sendero aéreo a modo de ferrata que me llevará hasta las cumbres del anfiteatro, muy cerca de Ponte Alto du Sol, para ya si, iniciar un kilométrico descenso hasta alcanzar de nuevo el origen de tan grandiosa ruta, el aeródromo de São Filipe, vuelta que realizaré en gran parte por las mismas veredas por las cuales ascendí: Monte Duarte, Cidreira, etcétera.

República de Cabo Verde

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Día 4, Chã das Caldeiras – Aeródromo de São Filipe

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Abandonamos Bangaeira y Portela ya con la mente puesta en alcanzar el aeródromo de São Filipe. Salida extrema por las verticales murallas del anfiteatro de Chã das Caldeiras al lado de otro de los guías de la caldera, Rosi, camino a modo de ferrata que me conducirá hasta la cima de este gran anfiteatro, una vereda al filo de lo imposible ante muros verticales que rozan el kilómetro de altura, una muralla en forma de herradura que acoge y aisla casi por entera esta inmensa y majestuosa caldera de Chã das Caldeiras.


Pico de Fogo















Justo aquí abandonamos la pista que recorre a ras de acantilado toda la caldera de Norte a Sur; alzando la vista ante estos inmensos muros parece del todo imposible que exista un «camino», un paso escondido que nos llevará hasta la cima de este colosal Anfiteatro, muy cerca de su punto más elevado, Ponte Alto do Sul (2.400 metros de altitud).

















Conforme avanzamos por estas colosales y verticales murallas la concentración es la protagonista más absoluta, ni el viento se atreve a romper este silencio sepulcral que lo invade todo, un silencio solo roto por unos pasos firmes que me mantienen al filo de estas veredas al filo del abismo…
«Entonces oyó la montaña. No era el viento. Con un sol incandescente y la humedad en el aire bochornoso, la hilera de metros infinitos que dibujaba la silueta de la montaña estaba borrosa, inmóvil. (…) Era como el viento lejano, pero con la profundidad de algo que retumbara en el interior de la tierra. Sospechando que podía tratarse de un zumbido en sus oídos, sacudió la cabeza. En ese instante, el sonido se interrumpió y, de repente, tuvo miedo. Sintió un escalofrío, como un anuncio de que la muerte se aproximaba. Quería preguntarse, con calma y determinación, si había sido el sonido del viento, el rumor del mar o un zumbido dentro de sus oídos. Pero había sido otra cosa, de eso estaba seguro. Había sido la montaña».





















Última mirada a una caldera que ha quedado literalmente grabada en mis retinas, una isla y una caldera a la cual, se que algún día inexorablemente regresaré, una experiencia que bien vale vivirla dos veces.
A partir de aquí, ya en la cresta y cima del anfiteatro, mi guía Rosi me acompañará un tramo más en dirección al Monte Duarte a través de los múltiples corredores de picón y cenizas que rasgan estas inmensas laderas, en breve regresaré – ya de nuevo en solitario – a un camino y a unos paisajes ya transitados por mi, caminos que recorrí en sentido ascendente cuando coroné Ponte Alto do Sul dos días atrás. Un largo camino de fortísimos desniveles que me conducirán de nuevo a la ciudad de São Filipe, capital de la isla de Fogo.
Anfiteatro – Aeródromo de São Filipe






Ya en terreno conocido y ante unas veredas que no dan a error, nos separamos, Rosi regresará a su casa y Caldera, y yo proseguiré, de nuevo en solitario, hasta mi meta final: el aeródromo de la isla de Fogo.















A partir de aquí ya mi camino será por las vías empedradas que a modo de carreteras conectan con la carretera principal de la isla, carretera asfaltada que de nuevo me conducirá a mi destino final y meta, la ciudad capital y el aeródromo de São Filipe.















Cidade de São Filipe




Tras 4 días incomunicado consigo wifi en el único sitio de todo São Filipe, el hotel Xaguate. Ya con todos mis objetivos logrados y con muchas horas por delante antes de mi primer vuelo de regreso a casa, toca relajarse y disfrutar de esas cientas de imágenes plasmadas en mis camaras, imagenes que a modo de diario voy publicando en las diversas redes sociales con la cuales me manejo: instagram y facebook, un modo de rememorar y disfrutar de unos recuerdos e instantes inolvidables que sin estas imagenes se irian difuminando y perdiendo en el tiempo. Lo primero ante todo, eso si, comunicarme con unos padres siempre intranquilos tras 4 días en los cuales no supieron nada de mi, algo a lo que nunca se van a habituar.




Aeródromo de São Filipe


Tras un nuevo vivac a pie de aeropuerto toca regresar a casa con otro sueño y objetivo cumplido, haber alcanzado la cima y cráter de uno de los volcanes más altos y activos del mundo.
A mí, por lo menos, me ha sucedido varias veces. Y es porque en estas tierras nuestras, de impresionante silencio y trágica soledad, se siente que todavía no ha terminado el día sexto del Génesis, y que aún circula por ellas el soplo creador. Y por eso las llamo las tierras de Dios…
Isla de Fogo
Día 5, Aeródromo de São Filipe – Gran Canaria
De nuevo tres vuelos por delante hasta pisar el aeropuerto de Gando – Gran Canaria -, encadenando nuevamente cuatro terminales: aeródromo de Fogo, aeropuerto de Praia (Nelson Mandela), aeropuerto de Sal, y finalmente, aeropuerto de Gando (Gran Canaria), en el cual tendré que volver hacer noche con la plena y total tranquilidad de estar ya en suelo español.
Día 6, Gran Canaria – Barcelona
Tras una nueva noche en la terminal de Gando, regreso a casa en el primer vuelo de la mañana de la compañía Vueling, a las 7:00 horas despegamos del aeropuerto de Gando directos a la T1 de Barcelona. Otro día y medio de viaje desde que abandoné la isla de Fogo, con 8 vuelos en escasos 7 días, y con la plena satisfacción de un sueño hecho realidad: Haber hecho cima en la isla de Fogo, una isla hermandada con mi gran amor: Lanzarote.
“No hay tierras extrañas. Quien viaja es el único extraño”…